Frecuentemente notamos que los bebés amantados toman leche de su madre cada dos o tres horas (otros incluso más frecuentemente). En cambio, aquellos que reciben fórmula, se demoran un poco más y no por esto, hay que ¨acostumbrar al bebé¨ a un tetero de fórmula en la noche con el fin de prolongar su sueño. Sabemos que la leche materna debe administrarse a demanda y si la madre produce adecuada cantidad, no hay que dar fórmula infantil.
El vaciamiento gástrico se hace más rápidamente, al ser la leche materna un alimento líquido y además por su composición.
La capacidad gástrica del bebé recién nacido es muy limitada y va aumentando en la medida en que va tomando leche y va creciendo. Es por ello, que recién nacidos toman leche más frecuentemente que los bebés más grandes. Las tomas frecuentes de los recién nacidos son una necesidad fisiológica y por lo tanto debe darse a demanda para promover un adecuado crecimiento y desarrollo. Si bien la frecuencia de tomas es aproximadamente cada 2 o 3 horas, no se debe tener un horario rígido para amamantar, ya que la composición de la leche materna varía en cantidad y composición en todas las tomas.
Los nutrientes contenidos en la leche materna son muy biodisponibles es decir, el cuerpo los absorbe y los utiliza de manera muy rápida y eficiente.
No quiere decir esto que las leches de fórmula no sean adecuadas. Si bien la leche materna contiene componentes bioactivos, cambia su composición constantemente (cosa que no ocurre con las fórmulas infantiles), cada día se estudia más la posibilidad de producir leches artificiales más parecidas a la leche materna para aquellos casos en los que no puede amamantarse, promoviendo un adecuado crecimiento y desarrollo.
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